Tras una década de agitación social, en los años que siguieron a 1970 la situación en Nueva York se agravó exponencialmente. La fuga de la clase media a los suburbios unido a una recesión económica en todo el país que golpeó muy duramente al sector industrial de Nueva York, dio lugar al mayor índice de criminalidad conocido en la ciudad.
Los grandes recortes en cuerpos de seguridad de la ciudad, un desempleo que superaba ya el 10%, el aumento del crimen y la crisis financiera se convirtieron en los temas dominantes de la década. En sólo cinco años, de 1969 a 1974, se perdieron más de 500.000 puestos de trabajo, lo que resultó en más de un millón de hogares que necesitaban depender del estado en 1975. Al mismo tiempo, los ataques sexuales y los robos se triplicaron, los robos de vehículos y los asaltos por delitos graves se duplicaron, y los homicidios en la ciudad pasaron de 681 a 1690 de un año a otro.
En el verano de 1975, los turistas que llegaban a la ciudad eran recibidos con este panfleto, titulado ‘Bienvenidos a la ciudad del miedo’, distribuidos por el Consejo de Seguridad Publica, y en contra de la opinión del entonces alcalde de Nueva York, Abe Beame.
Este siniestro folleto o guía de supervivencia enumeraba nueve consejos muy detallados para navegar por la ciudad, incluyendo no usar transportes públicos, no salir a la calle después de las 6 de la tarde o hospedarse solo en habitaciones que tuvieran fácil acceso a la escalera de incendios. Los nueve puntos culminaban con un ‘Buena Suerte’.
El éxodo a los suburbios de la clase media-alta y el creciente aumento de incendios provocados también tuvieron gran repercusión en la ciudad. Los edificios abandonados salpicaban el paisaje, creando extensas áreas ausentes de vida en mitad de la isla.
Independientemente de la situación social en la que se encontraba Nueva York, en 1973 se finalizaron las obras del complejo del World Trade Center. En el momento de su erección, las torres gemelas fueron los edificios más altos del mundo.
Y mientras las torres crecían, gran parte de la ciudad ardía. Los propietarios de edificios que ya no podían permitirse mantenerlos empezaron a quemarlos para cobrar el dinero del seguro. Lo que pronto se convirtió en una práctica frecuente.
Un poco más tarde, a la crisis financiera le siguió el apagón de 1977, dando lugar a saqueos e incendios por toda la ciudad. Se contabilizaron más de 1.000 incendios en una sola noche.
Los incendios provocados se convirtieron en un problema enorme para la ciudad, se calcula que en la década de los 60 solo un 1% de los incendios fueron provocados, pasando a más del 8% en la década de los 70.
Para evitar que el gobierno de la ciudad cayera en mora, recortes significativos en toda la ciudad se pusieron en marcha, una quinta parte de todos los trabajadores públicos fueron despedidos en 1975. Y aunque en menor medida, también hubieron despidos de bomberos y policías.
Con la reducción de plantilla y el aumento de crímenes e incendios, cada vez se hacía más difícil recuperar el control de la ciudad.
La prostitución creció. Se calcula que entre 1970 y 1982 hubieron más de 40.000 prostitutas en la ciudad de Nueva York. Solo en 1976, se realizaron 2.383 detenciones por prostitución en toda la ciudad. De estos, 1.165 eran niñas de entre 15 y 20 años.
La Comisión de Planificación estima que la ciudad tenía cerca de 245 tiendas para adultos. Y para finales de la década, Times Square se había convertido en el epicentro de la industria del sexo.
David Berkowitz, conocido como el asesino en serie «Hijo de Sam», también aterrorizó Nueva York el año del apagón. Asesinó a seis personas e hirió a siete durante 13 meses hasta su arresto en 1977.
En los dos primeros meses de 1979, se produjeron seis asesinatos en el metro. Y cinco más hasta final de año. En septiembre de 1979, la policía registraba más de 250 delitos semanales en el metro, la tasa de criminalidad más alta en una red de transporte público jamás registrada en el mundo.
Bernhard Goetz, que disparó cuatro jóvenes en un tren subterráneo en 1984, se convirtió en un símbolo para la paranoia de los neoyorquinos de ser robado o atacado.
En la década de 1970 e inicios los años 80, Nueva York tenía problemas épicos de seguridad pública, volver a configurar las realidades económicas y sociales de la ciudad más importante de Estados Unidos llevó su tiempo.
Las tasas de crímenes con violencia comenzaron a reducirse en la década de 1980, cuando la ciudad sufría la epidemia de crack que afectó a las principales urbes del país.
En 1990 había 2245 asesinatos cada año, y en el 2014 la cifra logró reducirse hasta los 328 homicidios, la cifra registrada más baja desde 1963, año en que comenzaron los indicadores delictivos.
Para 2001, el crimen había caído un 56% en la ciudad de Nueva York. Más y mejor vigilancia ayudó, al igual que la economía en auge y la decadencia nacional de drogas duras.
A día de hoy, Nueva York se ha convertido en la más segura de las megalópolis de Estados Unidos de acuerdo con cifras oficiales.